El sofisma de los prisioneros y los tres tiempos lógicos de Lacan

¿Alguna vez te has detenido a pensar cómo nuestras decisiones dependen de lo que percibimos de los demás, de lo que vemos y de lo que imaginamos?
Jacques Lacan nos propone un enigma fascinante que combina lógica, percepción y psique: el sofisma de los prisioneros.

El escenario: tres prisioneros, cada uno con un disco en la frente, blanco o negro. No pueden ver el suyo propio, solo los de los otros dos. La regla es simple pero demoledora: si al menos uno de ellos adivina correctamente el color de su disco, los tres serán liberados. Si todos fallan o permanecen en silencio, seguirán prisioneros. Sin comunicación entre ellos, cada decisión pesa sobre todos, y cada mirada puede contener la clave.

Aquí, la lógica se cruza con la incertidumbre. Lo que parece un simple juego de colores se convierte en un espejo de cómo enfrentamos la información, la duda y la responsabilidad. Cada prisionero debe decidir, con la mirada de los otros como guía, qué acción tomar, incluso sin tener certeza absoluta.


Los tres tiempos lógicos en el sofisma

Lacan nos habla de tres tiempos que estructuran nuestra experiencia y nuestra decisión:

1. El instante de la mirada
Es la primera impresión. Cada prisionero observa los discos de los otros y recibe información que condiciona su acción. La mirada del otro le habla, aunque aún no pueda comprender todo. Es el momento donde la percepción se encuentra con el deseo de saber.

2. El tiempo para comprender
Después de la mirada inicial llega la reflexión. Cada prisionero analiza lo que ve, interpreta las señales y considera posibles estrategias. Es un tiempo de autodescubrimiento y pensamiento crítico, donde se cruzan lógica, intuición y experiencia.

3. El momento de concluir
Finalmente llega la decisión: decir el color de su disco o guardar silencio. Aquí actúa el “sujeto del aserto”, que afirma su posición y asume el riesgo. Es el instante donde identidad y responsabilidad se enfrentan a la incertidumbre y a la acción.


Lo que nos enseña sobre nuestra identidad

Este sofisma no es solo un juego lógico. Es una metáfora de cómo nos movemos en la vida:

  • Cómo interpretamos la información que recibimos de los demás.

  • Cómo nos posicionamos ante la incertidumbre.

  • Cómo nuestras decisiones afectan a quienes nos rodean y, a su vez, a nosotros mismos.

La lección de Lacan es clara: nuestra identidad se construye en la tensión entre lo que vemos, lo que comprendemos y lo que decidimos afirmar, un proceso que nos atraviesa y nos define.

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